Porque sí, hacemos caso omiso a las señales de que se nos está yendo la mano.
Y nos exigimos más y más.
Y no dejamos lugar al descanso, a la alegría, a la tranquilidad.
Porque sí, porque somos bien machitos y nos la bancamos, hay veces que llegamos a un punto en el que, muy a gusto, gritaríamos BASTAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!.
Pero, sin embargo, le seguimos tirando leña al fueguito, le seguimos dando rosca, le seguimos tirando papitas a los monos.
Hasta la saturación, siempre, oh, mandriles sabios!
Que cuando las cosas fluyen con demasiada facilidad, se tornan sosas.